viernes, 7 de octubre de 2011

Todo tiene su fin

     Recuerdo con total nitidez una tarde del pasado mes de junio en la que me encontraba literalmente naufragando por la red, mirando aquí y allá sin saber muy bien qué esperaba encontrar, cuando por aquellos extraños avatares que nos presenta en ciertas ocasiones la caprichosa casualidad me topé con la historia de Canelo, el extraordinario perro de Cádiz. Su nobleza, su abnegada fidelidad así como la inquebrantable lealtad que esgrimió hasta su último aliento hicieron que me replantease ciertos aspectos de mi vida... llegando a la conclusión de que eran necesariamente imperativos algunos cambios. En voz alta pensé "solo se vive una vez, por tanto y ya va siendo hora, vamos a dejar a un lado los convencionalismos, la inercia, lo establecido, el camino fácil, lo que los demás esperan de nosotros" y dije -vamos a echarle coraje y hacer lo que realmente hay que hacer... Mi paso por la vida ha de ser coherente y compasivo, procurando no inflingir daño alguno, respetando y salvaguardando los derechos más esenciales de aquellos que no pueden defenderse.
    Este mundo es injusto, tremendamente cruel y despiadado, pero no lo veamos como algo ajeno a nosotros, NO ES ASÍ, todos contribuimos con el consabido granito de arena a que cada día sean asesinados millones de seres inocentes, humanos o no, a lo largo y ancho del planeta, de "nuestro" planeta, por la forma en que nos comportarnos y con nuestros más que reprobables hábitos de vida. Algunos lo hacen por intrínseca maldad, otros por  indiferencia y también están aquellos que refugiándose en la cómoda ignorancia contribuyen a la enervante realidad de este macabro desfile de horror y muerte que se despliega ante nosotros con impertérrita destemplanza. Los perjudicados siempre son los mismos... los más desvalidos.
     Como decía, Canelo y su historia propiciaron un antes y un después en mi manera de «ver» la situación en su conjunto global. Era de obligado cumplimiento para mí homenajear a este maravilloso personaje y escribí mi primer relato... primer relato que dio la bienvenida a todos los artículos que se han ido sucediendo en el devenir de estos últimos tres meses, todos tristes, todos crueles pero lamentablemente verídicos. Tras cada investigación, tras cada publicación, una parte de mi fuero interno se rompía en mil pedazos, no alcanzaba a comprender cómo podemos llegar a ser tan ruines y despreciables, tan insensibles y despiadados. El ser humano NO merece ni un ápice de todo aquello con que ha sido bendecido.
     Espero que este blog sobreviva al paso del tiempo a través de la esencia de su mensaje (el mensajero nunca ha sido importante), tal y como lo hizo un legendario guerrero castellano cuando en el año 1099 de nuestra era venció en la batalla de Valencia, después de muerto, con tan solo el empuje de su nombre, con el espíritu de su presencia. Una vida de valor y coraje, lealtad y arrojo, sirvió para que desde el más allá un héroe en vida, un mito en la muerte, derrotase con su mera estampa a más de 150.000 temibles almorávides que al compás de tambores de guerra pretendían sembrar el terror y la barbarie en el levante español. Enhiesto sobre su montura y empuñando su mítica espada, la Colada, se ríe junto a su primogénito Diego, muerto dos años antes en Consuegra, de los mortales y sus patéticas debilidades. Con porte egregio cabalga al encuentro de las huestes de Ben Yusuf que tiemblan ante su arrogancia... ojos vacíos y frío corazón se avalanzan desde el olimpo de los elegidos sobre las hordas africanas sembrando miedo y angustia, desconcierto y terror... Una vez más Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, sale victorioso en la que será su última batalla. Nace el mito, comienza la leyenda.
    Días antes, el guerrero de Castilla muere de fiebres postrado en su lecho, una atroz agonía cercena su vida y lo último que ven sus ojos son las lágrimas de desesperación e impotencia de su amada Jimena. Sus hijas, al igual que toda la cristiandad, lloran amargamente la peregrinación de su padre a un lugar mejor. Atrás quedaron los sinsabores de su visceral y tormentosa relación con su rey, Alfonso VI, con la humillante afrenta de Santa Gadea así como el posterior amargo destierro que agrietaron su corazón mas no así su férrea lealtad... ¡oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!
     Salvando las distancias y evitando cualquier tipo de paralelismo con la historia de "El Cid", este blog que concluye hoy, pretende que la esencia de la verdad y la cordura prevalezcan en un mundo despótico e inclemente. El compromiso con los que no tienen voz ha de ser la bandera que ondee en tu corazón, el estandarte que mantenga firme tu conciencia. Recuerda SIEMPRE que tú eres soberano de tus actos y esclavo de sus consecuencias pero tienes la maravillosa opción de ELEGIR. No permitas que la indiferencia, la sinrazón y la insensibilidad presidan tu caminar por esta vida. No provoques con tu comportamiento la explotación, la tortura y el asesinato de otros que jamás tuvieron una oportunidad. Sé empático, analiza las situaciones desde el punto de vista desde el que lo haría la víctima, te garantizo que las cosas NO se ven de la misma manera... ese cambio, TÚ CAMBIO salvará vidas inocentes.
     Tan solo me queda recordarte que si logras conseguirlo, si puedes hacerlo, si obras en ti esa transformación en aras de un lugar más compasivo y respetuoso, todas aquellas víctimas inocentes que han sido vapuleadas y exterminadas te lanzarán una sonrisa desde el más allá además de recibir el eterno agradecimiento de las que aún están por venir. HASTA SIEMPRE AMIG@.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El ser humano... ¿es maravilloso?

     Cuando se produjo la escisión en el coetanismo entre cromañones y neandertales hace aproximadamente unos treinta mil años al desaparecer estos últimos de la faz de la Tierra, nuestros ancestros y ascendientes directos se vieron en la rudimentaria tesitura de sobrevivir en solitario como únicas mentes con capacidad de raciocinio, de la manera que fuera y al precio que fuese, en un mundo tremendamente hostil. Los caprichosos vaivenes de la naturaleza propiciaban la vida o castigaban con la muerte con mayestática indiferencia. Arrostrar peligros y coquetear con la extinción constituían la más absoluta cotidianidad mientras que nuestra especie, en la más rotunda precariedad, se encontraba a merced de extrañas y poderosas fuerzas que desconocía y ni mucho menos controlaba. Ante este desolador panorama de inferioridad y para hacer frente de alguna manera a este universo de incertidumbre empezamos a NECESITAR, y al hacerlo comenzamos a PEDIR y por consiguiente a INVENTAR. El miedo a morir o nuestro básico instinto de supervivencia empezó a trabajar en la creación de "algo" omnipotente que pudiera contrarrestar ese poder desconido a la vez que inmisericorde, que segaba la vida por doquier y con enorme facilidad. Aparecieron de la nada y por arte de magia (o de la necesidad) toscos espíritus a los que encomendarse, espíritus de cualquier cosa... todo valía para agarrarse a un rayo de "esperanza" en un entorno inhóspito y cruel. Ríos, rocas, bosques, vientos, montañas, todo era válido para postrarse e implorar clemencia... la debilidad humana había hecho acto de presencia para no desaparecer jamás.
     El inexorable paso del tiempo fue haciendo de la evolución humana una constante y la sofisticación a la hora de satisfacer convenientemente la "necesidad" creada... también. La figura del "intermediario", siempre encarecedor del "producto", surgió, como no podía ser de otra forma, al unísono de la "creciente demanda", complicando y jerarquizando con boato un negocio tremendamente lucrativo en aras de colmar esperanzas y satisfacer debilidades... el "circo" estaba montado. Aquellos rudimentarios espíritus dieron paso a coléricos o bondadosos dioses más complejos, con comportamientos curiosamente humanos que regían no ya solo la desdichada vida del momento sino la utópica y anhelada eterna felicidad ...
     El politeísmo dio gradualmente paso al monoteísmo, más evolucionado pero con las mismas connotaciones elitistas de antaño ... idéntico perro pero con distinto collar; si un "negocio" funciona para qué lo vamos a estropear. La mente humana es débil, carece de templanza y en numerorísimas ocasiones del valor necesario para enfrentarse a los problemas por sí misma ... es mejor que "alguien" o "algo" nos resuelva las adversidades. Y como nuestra capacidad de inventar seres superiores no tiene límite nos refugiamos en la religión, el esoterismo, las fuerzas ocultas, las leyendas, los mitos, las "energías cósmicas" que al parecer están a nuestro servicio para que alguien se enamore de nosotros, y si no nos basta con todo esto no tenemos ningún problema para traernos seres de otras galaxias dotados de poderes especiales, que deben de estar tan sumamente ociosos que no tienen otra cosa mejor que hacer que estar pendientes de nuestras estupideces.
     Personalmente, a esta incongruente falta de coraje que esgrime el ser humano no le daría mayor importancia, salvo por la vergüenza que siento al pertenecer a una especie que "necesita" tantas cosas, sino fuera porque viene aderezada de un egoísmo y una codicia que propicia la explotación, la esclavitud, la agonía y el asesinato para con aquellos que la naturaleza les otorgó la venia de vivir en este planeta al mismo tiempo que los castigó con nuestra mortífera compañía. El Hombre pide, desea, anhela... y finalmente coge lo que le apetece como sea y de donde sea sin importarle las consecuencias o el daño implícito en ellas.
     Somos una especie débil de espíritu y de carácter, a la vista está que no podemos dar ni un paso sin encomendarnos o pedir ayuda a algo superior, pero al mismo tiempo tremendamente dañina con los más desvalidos a los que machacamos sin piedad... eso solo tiene un nombre.
     Incluso cuando se trata de causas nobles tenemos que mostrar la verdadera mediocridad de nuestras acciones, anteponiendo una exacerbada vanidad y un orgullo mal entendido en detrimento de la verdadera esencia del asunto en cuestión... En la actualidad está muy de moda subirse al carro del animalismo o del activismo, gente que se da golpes en el pecho por colocar sus posaderas en una sentada ante un organismo público reivindicando algo o por proferir alaridos en una manifestación, también están aquellos que se cuelgan medallas por estar el día entero en internet colgando mensajitos, malsonantes la mayoría, en contra de las corridas de toros o por la patética utilización de animales en fiestas patronales de algunos pueblos... vamos a ser SERIOS y COHERENTES de una vez, no me sirve de nada tu asistencia a una manifestación por muy plausible que sea  la causa o si te hallas en una sentada reivindicativa para luego irte a comer al Burger King, como tampoco me sirve que estés el día entero idiotizado en las redes sociales publicando artículos y noticias (que no son ni tan siquiera de tu cosecha) si luego te bebes un par de vasos de leche y te calzas unos zapatos de piel. Tampoco comulgo con aquellos animalistas de medio pelo que abogan constantemente por la abolición de los toros mientras que su compasión no se aproxima ni un ápice a los mataderos, a las granjas o a las miles de crueldades que suceden diariamente a lo largo y ancho de este mundo. NO podemos elegir temas "estrella" porque son más mediáticos que otros... eso es HIPOCRESÍA. En un día de actividad cinegética mueren más seres inocentes que toros en un año entero de corridas en el todo el mundo, al igual que son asesinados más cerdos en una sola jornada que todos los animales destinados a festejos en cinco años... NO podemos, NO debemos sectorizar la compasión porque TODOS merecen la misma sensibilidad y la misma solidaridad. A ver si nos enteramos de una vez, la verdadera esencia del problema, la génesis de esta gran batalla NO está ni en Tordesillas, ni en Algemesí ni en la plaza de las Ventas, está en tu despensa, en tu frigorífico y en tus hábitos de vida. Si tú NO consumes NADA que provenga de los animales el mayor porcentaje de seres inmolados para nuestro capricho desaparecerá... así de sencillo. En cualquier caso he de decir que puestos a elegir prefiero, sin lugar a dudas, al activista de medio pelo en detrimento del "bulto" humano de melena completa.
     Es más que evidente que no me gusta nuestra especie y por ende no espero nada de ella, lo cual hace que tenga meridianamente claro que en base a nuestro bagaje, nuestra forma de ser y nuestro comportamiento, no solo de ahora sino desde la perspectiva que me otorgan estos últimos 30000 años, mi esperanza en la redención del Hombre es nula; tan solo tengo que alzar la vista, mirar en derredor y VER que las cosas NO van a cambiar. Por todo ello pienso que NO deberíamos alcanzar nunca la tecnología necesaria para colonizar otros mundos, porque a la vista está qué es lo que se puede esperar de nosotros. Sería deseable que nos quedáramos aquí, muy quietecitos, continuando con la tremenda estulticia de seguir matándonos a nosotros mismos, y para nuestro sonrojo más absoluto, continuar masacrando a los animales que han tenido la inmensa desgracia de compartir este planeta con una especie absurda e incoherente... y no mancillar con nuestra presencia otros lugares. Es lo que hay.

martes, 20 de septiembre de 2011

Veganismo: la Numancia del siglo XXI

     El ser humano es una especie incongruente, llena de contradicciones, comportamientos absurdos y fácilmente proclive al hedonismo más enervante. La comodidad y la propensión a la molicie presiden nuestros actos y nuestra existencia... con todo lo que acarrea. La inercia, el borreguismo y la tradición insensata nos empujan inexorablemente hacia la claudicación ante unas reglas establecidas por unos pocos aunque ello suponga la crueldad y el exterminio de muchos. Ya no pensamos, ni reflexionamos ni por supuesto analizamos... la indiferencia se ha adueñado de nuestra vida mientras a nuestro alrededor un grotesco baile de dolor y muerte escenifica una obscena coreografía plagada de vejación y barbarie.
     Pero lo más triste de toda esta historia es la insultante aquiescencia con la que asumimos esta patética indiferencia ante lo injusto, ante lo irracional. Alimentarse de violencia y muerte es lo habitual así como vestirse de tortura y asesinato. No nos engañemos, la inmensa mayoría de la gente sigue estas pautas de vida a pesar del universo de horror que se esconde detrás... y no nos importa. ¿Esta es una especie compasiva?
      Sin embargo el colmo de la estulticia no acaba aquí, porque resulta que aquellos escasísimos "numantinos" que a pesar de la fortísima presión resisten y son fieles a unos ideales de respeto y misericordia para con los demás, son señalados con el dedo acusador de la ignorancia al mismo tiempo que se les tacha de "locos", "enajenados"... en definitiva, apestados leprosos que están "equivocados". Es decir, poner un cuchillo en la garganta todos los días a cientos de miles de cerdos, de corderos o de patos es lo "lógico". Tener esclavizados hasta la muerte a millones de vacas, gallinas o abejas es lo "normal". Machacar sin piedad a monos, conejos o cobayas para fabricar productos con los que tu piel sea más tersa o tus pestañas más atractivas es lo "racional". Apalear y despellejar aún en vida a focas, visones y cocodrilos para que te vistas a la última moda es lo "humano"...  BASTA YA de tanta hipocresía y estupidez. NO QUIERO ser así.
     El Hombre es cobarde e incoherente y una de sus primeras víctimas es la VERDAD. El comportamiento de una inmensa mayoría no legitima, al amparo de ese hecho, las consecuencias que se derivan de sus actos ¿o es que ya se nos ha olvidado que en la década de los años treinta del siglo pasado, en un país centroeuropeo, una inquietante a la vez que enfervorizada marea de fanatismo envolvía a la mayoría de sus habitantes en torno a un líder con complejo divino? Los pocos que se posicionaron contra la barbaridad que estaba por llegar se exiliaron rápidamente a otros países, y los que decidieron quedarse fueron acosados y privados de su libertad. Y yo te pregunto ¿quién estaba en posesión de la verdad, la mayoría que siguió a ese engendro de la naturaleza o los escasísimos alemanes que optaron por rechazar la ideología de la desigualdad y la violencia? Creo que la respuesta es OBVIA. Al igual que es meridianamente claro que las pautas de conducta preestablecidas como "normales" generan tortura, dolor y muerte. Sinceramente, no veo grandes diferencias de compasión entre lo que pasaba en Treblinka a lo que ocurre en un matadero, como tampoco logro discernir dónde está la clemencia en una matanza de delfines en Taiji con respecto a lo que pasaba en Auschwitz-Birkenau. Estoy muy cansado de las excusas, de las cortinas de humo, de las mentiras que esgrime la gente para justificar lo injustificable, porque lo real, lo trágicamente verdadero, es que hemos convertido este planeta en un auténtico infierno para los animales y para los más desvalidos.
     Por todo esto que acabo de escribir valoro muchísimo la fuerza interior y la encomiable actitud de esos pocos veganos que soportan, que aguantan, que resisten día a día los tremendos embates de una sociedad enferma y egoísta, carente de la más elemental noción de la sensibilidad, como igualmente admiro 2144 años después el valor y el arrojo que demostraron unos pocos, en defensa de su libertad, ante el inmenso poderío del mayor imperio de la antigüedad. La historia de la humanidad nos ha dejado algunos testimonios, convertidos con el paso del tiempo en auténticos mitos y leyendas, donde se relatan desiguales batallas en las que el corazón y la gallardía hacían frente a la intolerancia y el avasallamiento. Numancia se ha convertido en el icono de los que resisten, en la bandera de los que aguardan con estoicismo un final tan agónico como inevitable. Veinte largos años tuvo que emplear la maquinaria de guerra más perfecta de la época para doblegar la indómita valentía de un pueblo condenado a la muerte. Veinte años de enconada resitencia que situaron un minúsculo punto del centro de la península Ibérica en el olimpo de los elegidos, en el olimpo de los llamados a la gloria.
     Valerosos vacceos, irreductibles lusones y aguerridos arevacos pertrechados de nervio y ansia, de coraje y honor, ridiculizaron y amendrentaron a las legiones romanas durante dos décadas. Pequeños en número pero grandes en determinación, hombres libres... valientes guerreros, llevaron hasta las últimas consecuencias su amor por la libertad. Tuvo que ser uno de los más grandes generales y estrategas que ha dado la todopoderosa Roma, Publio Cornelio Escipión Emiliano, nieto del gran "Africanus", vencedor de Cartago, quien tras trece meses de crudelísmo asedio pudo al fin rendir la voluntad de unos pocos supervivientes. Los demás, muertos en combate o suicidándose antes de ser tomados como esclavos, ríen con soberbia desde el más allá porque jamás darán la satisfacción a Roma de ser capturados para vivir una vida de sometimiento y esclavitud. Los que quedan, niños, mujeres y ancianos, famélicos hasta el insulto pero con altivez en su mirada, desfilan ante el general romano y su inseparable Polibio, con la dignidad de un pueblo sometido en cuerpo pero libre de pensamiento.
     Una vez más, la pesada losa de la codicia y el poder amparada en la ceguera y protección de la inmensa mayoría ha salido victoriosa. La opresión vence a la libertad, la intolerancia a la razón, el puño al corazón... sin embargo todos conocemos Numancia y su leyenda, Numancia y su valor, Numancia y su resistencia. Hace más de 21 siglos un puñado de hombres y mujeres sin ninguna oportunidad pero libres, combatieron y murieron en aras de un sentimiento, de una convicción. Sangre y fuego, muerte y honor, acompañan con respeto el nombre de un pequeño pueblo de Hispania, masacrado y reducido a cenizas, que ha conseguido tener un lugar en la historia y su eco en la eternidad.

viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Solo el toro de la Vega es la víctima? Revisa tu conciencia

     Hace unos días asistimos al lamentable "espectáculo" de una muerte anunciada, de un crimen marcado en rojo en el calendario de la estupidez humana en aras de una ancestral "cultura" basada en el tenebroso universo de la ignorancia. Tordesillas alcanzó su más que repudiable momento de "gloria" por un día al permitir y alentar un atroz asesinato donde un ser inocente fue vapuleado sin piedad por una caterva de deshechos humanos. Este despreciable capítulo de nuestra  "negra" historia  tuvo mayor eco y repercusión que en años anteriores, cadenas de televisión se hicieron partícipes de la noticia incluyéndola y censurándola en un lugar preponderante dentro de sus espacios informativos. Las redes sociales vivieron una agitación fuera de lo común tanto en la víspera como en el mismo día de la salvajada, los artículos se sucedieron sin cuartel y los comentarios y llamamientos se multiplicaron sin cesar. La gente estaba agitada, concienciada y solidarizada. Y yo me pregunto ¿por qué no tenemos este mismo nivel de ardor combativo y solidario con todos los demás animales, humanos o no, que mueren a diario en condiciones semejantes a las del toro de la Vega? Siempre me ha parecido ridículo el hecho de que se necesite un icono mediático para despertar nuestra corriente de simpatía y nuestra sensibilidad. Cada día, cada hora y a cada minuto son cruelmente asesinados en todo el planeta cientos de miles de AFLIGIDOS, en las mismas condiciones y con la misma injusticia que el malogrado toro de la Vega. No veo la misma vehemencia ni el mismo afán combativo y reivindicativo por una vaca anónima en una granja lechera o por un cerdo sin nombre con un cuchillo en el cuello en un matadero. TODOS SON IGUALES y todos merecen nuestra compasión y nuestra pelea... no tienen otra cosa.
     Sinceramente, me hacía mucha gracia pero sin ninguna gana de reírme, la ingente cantidad de mensajitos, la mayoría soeces y vulgares, que aparecían en las distintas páginas de corte animalista por internet, donde las dignas gentes de este país se rasgaban las vestiduras cuales ortodoxos judíos en un velatorio, proclamando a los cuatro vientos lo injusto de la situación y cuán compasivos eran ellos... vamos a ser serios, realistas y consecuentes de una vez por todas, estos espontáneos alardes de bondad NO VALEN para solucionar el problema de fondo; quiero que te quede clara una cuestión, ¿desde cuándo sentirse triste, dolido o compungido ante algo ha servido para solucionar el asunto? Creo que la respuesta es obvia. El toro de la Vega es execrable, pero es una vez al año... y evidentemente hay que luchar para erradicarlo, pero el verdadero holocausto animal está en otros tétricos lugares, en otros abominables campos de concentración y exterminio. Si realmente quieres hacer algo que sirva de revulsivo, algo que empiece a cambiar las cosas de verdad y no solo limitarte a lavar tu conciencia por un día deberás comenzar revisando lo que almacenas en tu despensa y en tu frigorífico, lo que guardas en tu armario y fijarte muy bien en cómo han sido testados los productos que compras para tu higiene personal y los que utilizas para la limpieza en general. En este tema, triste y dramático, no ha lugar para las medias tintas ni las buenas intenciones, porque si te apartas tan solo un milímetro de esta línea de pensamiento un ser inocente acaba siendo asesinado... es lo que hay. No seas un hipócrita cualquiera cuya ración de misericordia se ve satisfecha a través de un comentario en una página de la redes sociales, ve más allá, haz que tu lucha por la dignidad para con los animales sea el estandarte de tu existencia... CAMBIA tus hábitos de vida, NO necesitas NADA que provenga de los animales, ellos te lo agradecerán.       
     Comprendo que este tipo de decisiones, esta clase de cambios, implican un importante esfuerzo personal mas siempre he creído que nosotros somos los que debemos manejar nuestro paso por la vida y no al contrario. Tú estás plenamente capacitado para discernir entre lo que está bien y lo que está mal, no te dejes engañar por la historia, por la tradición, por el costumbrismo o por la vida fácil. Hay seres inocentes que no merecen morir para satisfacer la codicia de unos y la abulia de otros. Mira en tu interior, remueve tus entrañas, apela a tus ideales, pero CAMBIA. Una revolución personal que te hará más compasivo y mejor persona te espera, haz que tu paso por este mundo sea noble y respetuoso con los más débiles y desvalidos... dependen de tu decisión.
      Y para que veas que no eres el único que ha tenido que enfrentarse a un dilema importante durante su vida y como la historia de la humanidad está repleta de momentos decisivos, vamos a remontarnos bastante tiempo atrás y rememoremos uno de ellos en que alguien, quizá al igual que tú, tuvo que enfrentarse a una decisión...

     Año 49 antes de Nuestra Era, un hombre de viva inteligencia y ojos de halcón otea el horizonte con mirada circunspecta, ante sí un río.... una decisión. A lomos de Genitor, su caballo, sopesa las opciones, valora los riesgos. Su audacia es grande, su determinación... inquebrantable. Arrostrar peligros se ha convertido en algo cotidiano, habitual. Por su mente pasan a toda velocidad momentos delicados donde la diosa Fortuna puso algo de su parte para cincelar en piedra ese viejo sueño de convertirse en el amo del mundo conocido, de ser el punto de partida hacia un nuevo orden y una nueva civilización. Sus desencuentros con Sila son un vago recuerdo, su reciente victoria en Alesia un estímulo.
     Mayestático, echa un vistazo a sus hombres, leales compañeros... valientes soldados. Recuerda todos sus nombres, todas sus caras, sabe que su fidelidad es absoluta. Nueva mirada en lontananza, un suspiro... una decisión. Valiente y decidido azuza a Genitor para que se ponga en marcha y violar así una ley suprema, una tradición sagrada de siglos de antigüedad. El senado de Roma tiembla, Cayo Julio César cruza el Rubicón para instaurar una nueva forma de gobierno despidiendo la emblemática república y dando la bienvenida al mandato autoritario, dictatorial... alea jacta est.             

lunes, 12 de septiembre de 2011

Una perrera: campo de exterminio, muerte sin remisión

     Cuando me levanto por la mañana y me miro al espejo me cuesta mucho comprender cómo el ser humano puede sentirse tan ufano para celebrar unos juegos olímpicos mientras en otra parte del mundo un niño muere de inanición, cómo puede disfrutar de un mundial de fútbol al mismo tiempo que una persona fallece en otro punto del planeta por no disponer de un medicamento básico para curar una enfermedad tratable, cómo puede sentirse feliz en mitad de una gala en la que reparten unas estatuillas para premiar una película o a un actor cuando millones de animales, inocentes todos, son cruelmente asesinados a diario para satisfacer nuestra depravada codicia, un innecesario consumo o una patética diversión. La especie humana, insolidaria con el dolor y ajena al drama de sus compañeros de viaje, conmemora la Navidad, la Jánuca, el Eid al-Fitr y tantas otras esplendentes celebraciones al tiempo que convive y permite la explotación, el esclavismo, la tortura y el asesinato de seres inocentes, que desfilan ante sus impertérritos ojos en un grotesco y macabro baile de disfraces preñado de vergüenza y muerte. No encuentro palabras ni argumentos para poder justificar tamaña insensibilidad. Creo, desde la más absoluta humildad, que no habría nada que rememorar ni festejar hasta que ningún ser sobre este planeta tuviera garantizada completamente la dignidad así como el respeto que a todos nos corresponde o debería correspondernos desde nuestro nacimiento.
     Mi indignación y mi rabia aumentan sobremanera cuando un país, con sus correspondientes políticos a la cabeza, está henchido de orgullo porque se ha conseguido el título de campeón del mundo en alguna disciplina deportiva o porque algún atleta porta sobre su cuello una medalla de oro olímpica... como si ese título mundial erradicara de un plumazo la hambruna en Somalia o esa presea eliminara definitivamente la caza de focas en Canadá. Me importa muy poco, más bien nada, ese exacerbado patriotismo, a mi juicio mal entendido, que prioriza vanalidades en detrimento de necesidades. No estoy en contra del deporte, pues soy deportista, ni de nada que ensalce las escasas virtudes del ser humano mas no puedo atisbar ni un ápice de ética ni moral en nuestra irresponsable conducta, ¿o es que tú puedes comerte, con la conciencia tranquila, todos aquellos manjares que ponen ante ti en la cena de Nochebuena o cualesquiera otras celebraciones, mientras otros no disponen ni de tan solo un triste mendrugo de pan que llevarse a la boca?  La vida no es justa, el mundo... cruel, de modo que mi arrogancia en este asunto llegará tan lejos como exije mi conciencia.  
     Como lejos llegará mi vehemencia en el tema que voy a abordar hoy... las perreras y lo que sucede dentro de ellas. Voy a vencer la tentación, desagradable por otra parte, de extenderme en escabrosos y horripilantes detalles que he podido ver a la hora de elaborar este artículo, no aportarían nada a la esencia del mismo y por el contrario sí que alimentarían un mórbido e innecesario apetito por lo macabro. Lo que sí me llena de profunda tristeza es averiguar la forma en que tratamos a unos seres bondadosos, fieles y leales que un día cometieron el error de confiar en un ser humano. Compañeros que nos entregaron lo mejor de sí mismos sin pedirnos nada a cambio. Inocentes y cariñosos hicieron de nuestra existencia su centro del universo, alegres y juguetones anhelaban compartir caricias y diversión. Solo querían eso, nada más, ni comidas exquisitas ni regalos costosos, solo amor. Nuestra respuesta... la vil traición, el abandono más obsceno, la muerte sin remisión. Pero la crueldad del Hombre no acaba ahí, ni mucho menos, porque todos aquellos que no tienen un lamentable y tortuoso final tras ser arrollados en una cuneta o son apaleados por unos desaprensivos en un callejón acaban "encarcelados" en un tétrico corredor de la muerte, en una siniestra "milla verde" acusados de un "crimen" por lealtad y condenados por un "delito" de fidelidad. Ni tan siquiera somos capaces de disimular nuestro lamentable despropósito con un final sin sufrimiento, más bien todo lo contrario, porque al echar un vistazo a lo que pasa en el interior de muchas perreras, convertidas en auténticos campos de exterminio disfrazados, nos vamos a encontrar con la impiedad y el horror más absolutos.
     La falta de higiene es costumbre habitual, mezclándose con total irresponsabilidad animales sanos con otros enfermos llenos de parásitos internos o externos; verlos literalmente ahogados en sus propios excrementos es un cuadro dantesco y demencial que se repite con patética frecuencia. La asistencia sanitaria es una utopía. La mala alimentación unida a su escasez es una historia que se produce con inusitada continuidad a pesar de contar con fondos públicos para este menester. Darles de beber agua no potable es una práctica común. Debido a las condiciones de hacinamiento a que se hayan sometidos, estas pueden desembocar en conductas neuróticas provocando movimientos convulsivos así como comportamientos que derivan en el más atroz de los canibalismos. Y para colmo, por si todo lo anterior no fuera suficiente, se les mata indiscriminadamente con paralizantes musculares lo que les produce un final trágico y cruel envuelto en una agónica asfixia, cuando no fallecen congelados por el frío invierno.
     Tras este monstruoso e inmisericorde comportamiento podemos encontrar un elenco de bestias revestidas de carcasa humana que lo propician. Es difícil de creer, pero la piedad, en su vestigio más elemental, se encuentra ausente de estos campos de concentración consentidos y poco investigados para vergüenza de quienes corresponda. No olvides que esas casas de horror están sufragadas con TUS impuestos. También es muy importante que te conciencies para evitar todo este despropósito, y para ello, piensa en primer lugar que adoptar un perro o un gato es una responsabilidad para TODA la vida y NO un capricho pasajero. Una vez lo hayas meditado seriamente y tengas decidido continuar con tu decisión de compartir tu vida con un nuevo compañero, NO COMPRES... ADOPTA.
     Voy a plasmar aquí una serie de empresas que han sido denunciadas por incurrir en las prácticas descritas anteriormente, me gustaría que las tuvieras muy presentes y no olvidaras sus nombres. Creo que los miles y miles de perros así como gatos arteramente asesinados cada año lo merecen. En esta maquiavélica e infernal lista, antítesis por antonomasia a la de Schindler, nos encontramos a Bullyhof, El Xelan, Residencia de las Jaras, CERECO, Don Can, Can 2000, Fiel Amigo (la hipocresía hecha realidad), Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Sevilla, CEPSA (empresa de recolección de residuos), Albergue Provincial de Animales de Cuenca y Protectora Amigos de los Animales de Palencia (con amigos como estos quién quiere enemigos).
     Como he dicho en muchísimas ocasiones y me ratifico una vez más, el cerebro humano tiene un gen defectuoso que lo hace extremadamente dañino y peligroso. Criaturas tiernas y nobles, abnegadas y sumisas, son masacradas con brutal iniquidad. Es difícil de entender que hay en el interior de una mente para albergar este recalcitrante salvajismo, porque lo único que yo puedo ver cuando miro a un perro o a un gato es afecto y amistad. Lo que espero y deseo de todo corazón es que estos mártires del oscurantismo humano puedan algún día vencer en su Ragnarok particular, y descansar por fin y para toda la eternidad en su merecido Valhalla.


viernes, 9 de septiembre de 2011

De las Termópilas a Tordesillas. Muerte y libertad

     Hace aproximadamente dos mil quinientos años tuvo lugar en la tierra que vio nacer la democracia y la libertad, una batalla que enfrentó a unos pocos contra el más colosal y numeroso ejército jamás reunido hasta la época.     
     Esos pocos, guerreros valientes... hombres libres, albergaban en su corazón la férrea voluntad de defender unos ideales grabados a fuego donde la justicia y la igualdad sustentaban los cimientos de una incipiente construcción en la que el ser humano NO debería ser pisoteado por otro ser humano.
     Ira y fuego, sangre y honor, presidieron los tres días que duró el combate. La ingente desigualdad no dio opción a la suerte ni al milagro, la valentía y el arrojo no pudieron contener a la barbarie y el oscurantismo. Sin embargo, la historia o más bien el juicio supremo del paso del tiempo, ha emitido su particular veredicto sobre quién fue el gran vencedor en las Termópilas.
     Las huestes de Leónidas, pequeñas en número pero grandes en determinación, sabían que eran poseedoras de la verdad y la esperanza en un futuro mejor. Coraje y ansia, valor y muerte, fueron fieles e inseparables compañeros hasta el final de ese puñado de hombres libres cuyas ideas y principios fueron más importantes que su propio sufrimiento, que su propia existencia. La masacre de las Termópilas convirtió una derrota en victoria, la muerte en vida, la esclavitud en un canto a la libertad.
     Todas las épocas de nuestra cruel y dramática historia están plagadas de ejemplos y situaciones similares, donde la sinrazón y la inclemencia del camino fácil, el sinsentido y la insolidaridad del sendero cómodo, mueven nuestra cotidianidad, convenientemente dirigida, en pos de los intereses más abyectos de unos cuantos desaprensivos carentes de cualquier escrúpulo y compasión. La desigual lucha de aquellos que tenemos la firme convicción de que los animales, tanto humanos como no humanos, NO deben ser explotados, humillados, vejados, torturados y asesinados es, con casi veinticinco siglos de diferencia, la misma en proporción numérica que la de aquellos valerosos espartanos al frente de la coalición griega ante el semidiós y rey de reyes, Jerjes. No obstante, esa pequeña luz rodeada de inmensa oscuridad posee, igual que antaño, la fuerza y el valor, la valentía y la determinación, para que nuestras palabras pero sobre todo nuestros hechos, sean recordados y tengan su eco en la eternidad.

     Voy a escribir ahora sobre una realidad más cercana en el tiempo, cuya puntual y macabra cita con el calendario tendrá lugar en unos días... la fatídica "celebración" del toro de la VEGA en el municipio vallisoletano de Tordesillas.
     Cuando conoces los pormenores de este sinsentido es difícil entender cómo los seres humanos pueden comportarse con semejante violencia e inmisericordia, y mucho menos comprender la "argumentación" de esta nefasta tradición... básicamente porque no hay explicación remotamente racional que sea capaz de sustentarla.
     Una criatura noble y majestuosa será privada vilmente de su dignidad para capricho y satisfacción de una caterva de miserables disfrazados de "gallardos guerreros" que dando rienda suelta a su depravación más denigrante, persiguen a caballo y lanza en mano al bravo y desprotegido animal para, cobardemente, ir clavándole a lo largo y ancho del río Duero el venablo de la vergüenza más absoluta. Por lo visto, el hecho de convertir a un ser inocente en una inmensa herida envuelta en sangre y dolor, despojándola del más mínimo rasgo de honorabilidad, es lo que seduce y pone a prueba la "hombría" de estos deshechos humanos que se deleitan con impúdica y repulsiva satisfacción ante el execrable esperpento de masacrar a un animal privado de toda posibilidad de pelear por su supervivencia. Es palpable y evidente que todo el "peso" de la España "profunda" sigue, por desgracia, muy latente en la actualidad cuando, en lugar de eso, la compasión por todas las criaturas vivientes debería ser el mayor de nuestros atributos. Al recordar las imágenes del horror y la bestialidad de años anteriores, así como el innecesario sufrimiento y martirio de un ser que tiene la capacidad de SENTIR y por ende de SUFRIR, me parece tan increíble como intolerable que políticos y moralistas no denuncien con denuedo el abuso constante y obsceno que sufren los animales. Aunque teniendo en consideración que el Hombre es la única especie que bebe sin tener sed, que come sin tener hambre y que mata sin ninguna razón, resulta lógico que  tengamos los representantes caducos y mediocres que se merece una sociedad enferma y trasnochada.
     Desde este escrito quiero hacer un merecido reconocimiento para todos aquellos espartanos inmiscuidos en la defensa por los derechos de los animales que hacen de su día a día una lucha incansable contra la intolerancia y la crueldad, portando entre sus manos la bandera de la compasión y el estandarte de la justicia ante un mundo ciego y ruin. Mi tristeza y pesadumbre acompañada por una humilde solicitud de perdón para todos los seres inocentes a quienes los barrotes constituyen su único paisaje, para aquellos que están siendo apaleados, abandonados o torturados, para los que en este preciso instante tienen en su cuello un cuchillo a punto de privarles de su bien más preciado... la vida, y a todos aquellos que serán asesinados en el futuro.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Gladiador en Roma, torero en España

     Roma, año 100 de Nuestra Era.
     Es mediodía, el calor sofocante y una ingente multitud deseosa de abrazar la violencia en su estado más puro, abarrota los graderíos del Coliseum con la esperanza de ver sangre... mucha sangre.
     Los lanistas, en su eterno coqueteo con la potestad, otrora divina, de elegir sobre la vida y la muerte de unos perdedores sin remisión ni oportunidad, escrutan la amalgama de guerreros de miradas serias y actitudes sombrías que saldrán a la arena a divertir a la chusma, muriendo muchos de ellos por algo tan absurdo e incoherente como el mórbido apetito humano por la atrocidad y el salvajismo.
     Mirmillones, tracios, secutores, reciarios y hoplomachus aguardan con estoicismo la decisión del caprichoso dedo del destino, que decidirá si el fin de su existencia será hoy o si por el contrario podrán sentir los latidos de su corazón un día más.
     Alea jacta est... las Parcas han decidido que un tracio y un hoplomachus miren de frente a la muerte en la jornada inaugural de los juegos. Tras un breve gesto del egregio rostro del emperador Trajano, henchido de orgullo por su reciente racha de victorias en el Danubio, suena el cuerno de la sinrazón que da por iniciado el combate.
     La plebe aulla cuando los gladiadores toman posición en el centro de la arena. Se les ve pequeños, insignificantes, como dos títeres en medio de un escenario de proporciones descomunales. Gélidas y retantes miradas presiden un desesperado canto por la supervivenvia.
     Con gesto agresivo y sólidamente plantado sobre sus fuertes piernas, el hoplomachus adopta una actitud de espera manteniendo el escudo apretado con fuerza contra su pecho. Por su parte, el tracio, sujetando la espada contra el muslo derecho, se lanza sobre su oponente, pero éste evita el golpe con un ligero movimiento de todo su cuerpo. La gente, extasiada, ruge con vehemencia esta primera acometida. Esto solo es el preludio, las armas chocan ahora en una coreografía perfectamente sincronizada, en la cual ambos paran y atacan de forma sucesiva infinidad de veces. Fintas, ataques con sus correspondientes defensas, y hábiles juegos con la espada se suceden sin cuartel. A pesar de la intensidad del duelo, ambos hombres apenas realizan movimientos bruscos, tienen en su haber un gran número de triunfos que les permite atesorar la suficiente experiencia para evitar movimientos inútiles. La habilidad y la técnica son valiosísimas, pero no hay que olvidar la resistencia, que será la que propicie, o no, aguantar en el combate a un hombre durante todo el día, a pleno sol y en medio de sus heridas.
     Ya fuere por el cansancio acumulado o por un certero mandoble del rival, el tracio da con sus huesos en el suelo. La chusma, exacerbada, grita unánimemente desde las repletas gradas - "se lo ha merecido". No obstante, el caído se recupera con cierta dificultad apoyándose con una mano sobre la arena para mantener el cuerpo lo más erguido posible, y seguir peleando. El hoplomachus, arengado por un público enardecido, asedia a su contrincante que a estas alturas de la lucha parece incapaz de mantener la verticalidad y logra acorralarlo contra el muro. Las embestidas son cada vez más encarnizadas y contundentes, hasta que en una de ellas el filo de su espada logra penetrar el costado del tracio que se desploma en medio de un charco de sangre. El vencido, sin ninguna posibilidad de retomar el combate, pide clemencia desde el suelo levantando la mano. Las hordas de bárbaros sanguinarios que pueblan el Coliseum se vuelven ahora hacia el majestuoso y divino Trajano solicitando, con el pulgar en horizontal y en dirección a la garganta, la muerte del desdichado gladiador que yace abatido. El emperador del imperio más grande del mundo antiguo, contagiado por el ardor y la inmisericordia de una turba cegada por la brutalidad, cede y condena al pobre desgraciado que es atravesado, sin piedad, por un certero golpe entre la clavícula y el omoplato. Envuelto en un manto sangriento, los ojos del tracio se apagan mientras alberga la esperanza de, quizá, viajar hacia los Campos Elíseos.


     Madrid, año 2012 de Nuestra Era.
     Son las cinco de la tarde, el calor sofocante y una ingente multitud deseosa de abrazar la violencia en su estado más puro, abarrota los graderíos de la plaza de Las Ventas con la esperanza de ver sangre.... mucha sangre.
     Atrás ha quedado la paz y el remanso de la dehesa, la verde y húmeda hierba constituye ahora un vago recuerdo mientras un pequeño campo de concentración rodante transporta, encajonadamente, a un noble animal rumbo hacia su triste e inmisericorde destino.
     El duelo se acerca, la batalla está próxima. Sin embargo, la imparcialidad no será precisamente la bandera de esta lucha desigual. Haciendo un ejercicio de supina cobardía al astado se le arrojan sacos de arena sobre los riñones y se le recortan arteramente sus más preciados atributos de gallardía, los cuernos. El veredicto en este simulacro de combate entre hombre y animal ha sido determinado con antelación, la injusta condena por un crimen no cometido ha de ser firme, tajante y para asegurar su felona resolución se practican cortes en las patas traseras del animal que son tapadas con aguarrás para no mostrar al mundo la cobardía de quienes la propician.  La victoria del sinsentido deber ser absoluta, apoteósica y para que no quede el menor resquicio a la sorpresa se le administran laxantes, se le colocan algodones en la nariz y se le clavan alfileres en los testículos. Finalmente  y como colofón a este canto a la "equidad", se unta los ojos del bravo morlaco con vaselina... No podrá ver con claridad el rostro de su asesino.
     El toro, cegado por la luz y la traición, irrumpe en el coso donde una caterva de desalmados vociferan anhelantes su dosis de crueldad. La suerte está echada.
     Un distorsionado rostro disfrazado de muerte le provoca y le aterra; apelando al más primario de los instintos en todo ser vivo se defiende... atacando. Sus embotados sentidos y su cuerpo mancillado hacen que por su mente pase un sentimiento cercano a la incredulidad. ¿Por qué estoy aquí?
     Otro enemigo hace acto de aparición en el ruedo a lomos de un caballo, hierático e implacable clava la pica de la vergüenza en su maltrecho cuerpo, diez centímetros de caduca y arcaica brutalidad penetran sin compasión dentro de su ser. El elenco de descerabrados que asisten al martirio consentido, reflejan en sus rostros desencajados el súmmun del éxtasis cuando ven surgir borbotones de sangre de las entrañas del animal.
     La sed se torna implacable, el dolor extenuante mas no ha concluido aún este macabro ritual. Las banderillas, símbolos de la ignorancia de una tradición ancestral plagada de sadismo y perversidad, cercenan músculos y venas, dignidad y vida. Hemorragias incontrolables se apoderan de un majestuoso ser que , incrédulo e impotente, asiste como actor principal  a la película de la barbarie e impiedad más aberrante.
     Las fuerzas fallan y el indómito espíritu de supervivencia va emprendiendo, sin prisa pero sin pausa, un obligado peregrinaje hacia el cada vez más cercano reino del martirio. Frío e implacable, un grotesco fantoche vestido con la  indumentaria del irracionalismo más absoluto, alza la espada de la injusticia clavando cuarenta centímetros de la más genuina esencia humana en el maltrecho organismo del astado. La aorta y la vena cava son cortadas, el sufrimiento se acaba y la vida se despide. Una vez más el cavernoso barbarismo ha triunfado para deleite del vulgo, que puesto en pie, dirije su mirada hacia el moderno emperador solicitando recompensa para el verdugo.


    

miércoles, 31 de agosto de 2011

La colmena de la muerte

     Me produce cierta hilaridad cuán asombrosamente fácil le resulta a la gente en general otorgar el calificativo de "buena persona" a un individuo con el que se intercambian unas frases vacías, varios chistes con sus correspondientes sonrisas y algún que otro chascarrillo gracioso y oportuno en el momento adecuado. Vamos a ser serios y consecuentes de una vez. Para atribuirle el tratamiento de BUENA PERSONA a alguien yo empezaría por preguntarle ¿qué almacenas en el frigorífico y en tu despensa?, ¿qué guardas en tu armario? o ¿tienes en cuenta y te importa cuál es el origen de la infinidad de productos de belleza e higiene que utilizas a diario? Cuando la respuesta a todas estas cuestiones sea la adecuada, emanando desde la comprensión y el respeto hacia los animales, entonces y solo entonces, me estarás demostrando tu bondad como ser humano. No necesito ni tu palabrería insustancial, ni tus gracias, ni tus genialidades espontáneas sino me demuestras con hechos lo compasivo que eres.
     También me produce cierta sorna aderezada con generosas dosis de vergüenza ajena, la hipócrita actitud de algunos mal llamados animalistas que se arguyen la potestad de abanderar un sentimiento de solidaridad y respeto hacia los más desfavorecidos, cuando en realidad lo que hacen es salvaguardar unos intereses tan mezquinos como partidistas. Utilizar un universo de horror y muerte en beneficio personal me parece de lo más ignominioso, sin embargo, no me extraña en absoluto porque hay dos cosas que me dejaron de sorprender hace tiempo, la bestialidad de los hombres y la inteligencia de las bestias.
     El artículo de hoy versará sobre unos animales cuyo sufrimiento pasa completamente desapercibido para la mayor parte del mundo, no obstante la lástima es siempre el mismo sentimiento y no importa de dónde provenga. NO puedo, NO quiero hacer ninguna distinción sobre la génesis del esclavismo, el dolor y la injusticia más allá de si una especie pueda despertar más ternura y sensibilidad que otra. TODAS SON IGUALES y merecen nuestra solidaridad y nuestro compromiso con el mismo ímpetu. Voy a ser durante esta publicación tan perseverante e insistente como lo fue Catón en sus discursos ante el Senado de Roma con su conocida y famosa frase  "delenda est Carthago". Perseverancia que me llevará a repudiar y condenar cualesquiera circunstancias que supongan la vejación, tortura y posterior asesinato de un ser vivo e inocente. El hombre ha convertido nuestro planeta en un execrable infierno para todos los animales. La brújula de nuestra esencia señala constantemente la maldad como el norte de nuestros propósitos. Nunca cambiaremos...
     Voy a escribir sobre las abejas y sus deleznables condiciones de explotación, que si bien no levantan la misma indignación ni le conferimos la misma fuerza a la vehemencia de nuestras protestas que cuando se trata de la "fiesta" de los toros o el abandono de un perro en una cuneta, para mí, su sufrimiento, necesita y requiere el mayor de los respetos. Espero, querido lector, que una vez hayas concluido esta lectura, veas a estos laboriosos y metódicos compañeros de viaje con otros ojos, con otra perspectiva. Se lo merecen.
     Las abejas, como el resto de los animales, sienten. Un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Brandeis (Estados Unidos) pone de manifiesto la existencia de un ancestral mecanismo molecular que tiene como objetivo evitar el dolor. Son seres sociales, curiosos y sobre todo activos, que tienen la capacidad de reconecerse entre ellas por el olfato. Hay tres tipos, la reina cuya finalidad es poner los huevos. Las obreras, estériles y que se ocupan de realizar los trabajos de la colmena.  Y los zánganos, que fecundan a la reina y ayudan en la cría.
     ¿Y por qué las abejas entran dentro del ámbito de la explotación? Pues muy sencillo a la vez que lamentable, porque se generan pingües beneficios con la miel. El dinero no entiende de razones ni de sentimientos por lo que estos insectos son tratados de la misma forma que cualquier otro animal de granja. Cada año se producen entre doscientas y trescientas mil toneladas de este producto, lo que las condena a sufrir regímenes alimenticios artificiales, manipulaciones genéticas, constantes tratamientos con medicamentos y pesticidas, son inseminadas artificialmente y para rematar la faena mueren en enormes cantidades al ser transportadas producto del ahogo, el sobrecalentamiento o el frío. Igualmente perecen de forma sistemática y en gran número cuando se manipulan los panales, para ello es frecuente utilizar humo, corrientes de aire o bien agitándolos vigorosamente. Las que no mueren en este primer envite acaban con las extremidades rotas o las alas cortadas. En cualquier caso su final es evidente.
     Quisiera que retuvieras un dato en tu memoria, una reina, en condiciones normales, puede llegar a producir unos quinientos mil huevos en su vida, sin embargo, en el "mundo comercial" y en aras de la calidad de la miel, únicamente le permiten producir alrededor de trescientos mil en dos años con el consiguiente acortamiento premeditado de su existencia. La asesinan cuando consideran que ya no es de utilidad porque decrece la calidad de la producción y en algunas explotaciones este acto cruel se lleva a cabo anualmente. La abeja reina es inseminada artificialmente con el esperma extraído de los zánganos a los que, una vez concluida esta función, SE LES CORTA LA CABEZA. La inclemencia no termina ahí, porque suele ser una práctica habitual que a la reina se le corten las alas para impedir, de ese modo, que pueda enjambrar y llevarse consigo a las obreras para formar una colmena silvestre.
     No quiero que pienses ni por un momento que por el hecho de ser insectos están exentos de la capacidad de sentir. Cuando se les cercenan las extremidades o se les cortan las alas... SUFREN. También quiero decirte que tienes la oportunidad de poner tu granito de arena para evitar esta continuada masacre, adoptando alternativas tan válidas en tu alimentación como el sirope, la melaza, el azúcar moreno o los zumos concentrados de frutas. Sé solidario, las abejas te lo agradecerán.
     La especie humana no deja títere con cabeza, la alargada sombra de nuestra avaricia y crueldad es tremendamente siniestra y no hay animal, esté donde esté y sea de la condición que sea, libre de peligro. El daño que hacemos sin cuartel no tiene límite ni clemencia, por lo que tan solo me queda pedir humildemente perdón  a todos aquellas criaturas bondadosas e inocentes que en este preciso instante están padeciendo dolor o muriendo miserablemente,  y por todas aquellas que irremediablemente serán asesinadas.

domingo, 28 de agosto de 2011

Soy una foca, ¿te divierte apalearme?

     -En ocasiones veo muertos!!... Haciendo referencia a esta frase de la famosa película de Shyamalan debo de confesar abiertamente que durante la preparación de este artículo he sentido una amargura y una impotencia fuera de lo habitual. Cualesquiera vejaciones, humillaciones y asesinatos de animales tanto humanos como no humanos merecen la más agria de las repulsas, la más firme de nuestras condenas, sin embargo, lo que voy a relatar a continuación, no tiene nombre ni razón de ser. La bestialidad, la crueldad y la ira que se exhiben en la matanza de focas nos demuestra claramente cómo el Hombre se ha convertido en el rey de las bestias porque su brutalidad excede en mucho a la de cualquier animal. Desgraciadamente nos alimentamos y vivimos de la muerte de otros, nos hemos transformado en auténticos cementerios. Pero volviendo a la frase del principio, y sin ánimo de que acabe por convertirse en un vacío aforismo, quiero decirte que...  -En ocasiones veo MASACRES!!
     Cada año, el gobierno de Canadá, presionado por los pescadores que insisten en que las focas son las responsables de la rotura y contaminación de sus redes, fija una cuota de matanza para estos bondadosos seres. Argumentación totalmente partidista y subjetiva que no se sustenta por sí misma, salvo por la ceguera de la codicia, porque la disminución de las capturas de bacalao y otras especies marinas no viene propiciada por la acción de las focas, ni muchísimo menos, sino por un exceso constante y progresivo de apresamientos por parte de los pesqueros. Otro triste dato que habla muy a las claras del "compasivo" gobierno canadiense es que entre los años 1995 y 2001 se concedieron más de 20 millones de dólares en subvenciones para favorecer esta masacre. Lamentable.
     Otro factor a tener en cuenta es la gran presión que ejerce la industria de la moda, principalmente europea y asiática, a la hora de perpetrar esta barbarie. Quiero que recuerdas y grabes a fuego en tu memoria que empresas como PRADA o VERSACE son abanderadas de esta sinrazón, utilizando constantemente pieles de animales en general y focas en particular a la hora de confeccionar tanto sus prendas de vestir como sus complementos.
     Se ha esgrimido reiteradamente que este múltiple asesinato consentido se realiza en aras de la industria alimentaria... Vergonzoso engaño. La mayor parte de estos mamíferos apaleados son abandonados literalmente para que mueran y sus cuerpos se pudran sobre el hielo. La cantidad tanto de carne como de aceite que se aprovecha es MÍNIMA. Y aseverar que es "necesario" para el abasteciemiento de la población indígena, es una falacia, porque tan solo el uno por ciento de las muertes de las focas engrosan esta estadística... ¿A quién quieren engañar?
     Volvamos a Canadá. Según sus "expertos", la campaña internacional contra el holocausto al que hago referencia, está más guiada por las "emociones" que por consideraciones científicas, manifestando que la población de estos mamíferos es la mayor de los últimos 100 años. Es curioso como grandes organizaciones no gubernamentales en pro de los derechos de los animales como Greenpeace, han dejado de cuestionar su caza a raíz de estos comunicados. Si continuamos por estos derroteros sería justo decir que la población humana es en la actualidad no ya la más alta de los últimos 100 años sino de toda la historia y aumentando sin parar, además, contamos con el "valor añadido" de ser la especie que más contamina y degrada el medio ambiente, pero yo no he visto JAMÁS que lo aplicado con tanto rigor a las focas por "alterar" el ecosistema se emplee en el ser humano.
      Pocos animales se encuentran en la naturaleza tan desprotegidos como la foca bebé del Ártico. Estos pequeños peludos son demasiado lentos para huir del ataque de los cazadores mientras están sobre el hielo y no poseen el suficiente pelaje que les permita soportar las gélidas temperaturas del agua. Esta sangrienta injusticia consiste en machacar a palazos a estas inofensivas criaturas para sacarles la piel mientras AÚN ESTÁN VIVAS, porque si el animal muriese se pegaría a la carne rompiéndose al arrancarla y ya no servirían para ser utilizadas en peletería. No es extraño ver a crías con el cráneo abierto, despellejadas y arrástrándose por el suelo hasta morir en medio de una atroz agonía ahogándose en su propia sangre.
     En el año 2005 vio la luz un trabajo realizado por veterinarios independientes en donde se publicaba la insultante memez de que el método de la porra con un clavo adherido a ella provocaba una pérdida de conciencia rápida e irreversible y posteriormente la muerte. Para ahondar aún más en esta mayúscula estupidez, esta caterva de matarifes con título aducían que, por consiguiente, era una muerte "sin crueldad". A mí me encantaría saber dónde están estos descerebrados disfrazados de veterinarios cuando podemos ver continuamente imágenes de focas dadas por muertas, arrástrándose por el suelo en medio de una lenta agonía, envueltas en un manto confeccionado con su propia sangre y transidas por un dolor espantoso.
     Quisiera que recordaras un dato harto elocuente, cada año sobre los hielos de la península de EL Labrador y de Newfoundland, al iniciarse la primavera, cientos de miles de víctimas indefensas son asesinadas por su piel, pero con el infame agravante de que la mayor parte de ellos son crías, concretamente el 96 por ciento tienen entre 12 días y 3 meses. Ten presente que son animales que en condiciones normales podrían alcanzar hasta los 35 años de edad. Evidentemente la estulticia humana no les va a concedar su legítima oportunidad de disfrutar de una vida digna, por el contrario sí nos va a proporcionar la posibilidad de observar con impotencia cómo estos bebés completamente indefensos, que ni tan siquiera han comenzado a tomar alimento sólido y continúan mamando de sus madres, son brutalmente apartados de la vida por su precioso pelaje. El primer y único baño que tomarán será, no el del agua, sino el de su propia sangre al ser arrastrados por los bicheros de los cazadores mientras aún permanecen conscientes en medio de una crudelísima agonía y son despellajadas vivas.
     Namibia tampoco se constituye precisamente por ser un santuario para estos hermosos seres, aproximadamente novental mil ejemplares perderán la vida este año en sus costas producto de la misma irracionalidad que nos invade por doquier, utilizándose los mismos métodos despiadados e inclementes de crueldad y apaleamiento. No tenemos remedio.
     He dejado, querido lector, para el final, una cuestión que merece por nuestra parte el rechazo y la condena más absolutos. En Noruega, país abanderado y defensor de los derechos fundamentales donde los haya, en el que no hace demasiadas fechas podíamos ver a un pueblo compungido y maltratado por un execrable crimen, parece no mostrarse tan "sensible" cuando los ultrajados no son sus súbditos humanos. Al margen de la bochornosa complicidad e intervención directa en la caza de ballenas, permiten y fomentan la creación de un turismo basado en el horror y el asesinato... como lo estás leyendo; al no tener una infraestructura peletera importante los cazadores no están interesados en la matanza de focas, de modo que no se les ha "ocurrido" otra cosa a estos vikingos que diseñar un plan turístico para que sean las personas que visiten el país, quienes dando rienda suelta a sus más bajos instintos y perversiones, propicien esta masacre. Algunas empresas del sector en total connivencia con el gobierno noruego, están  ofertando dentro de sus paquetes a estos macabros turistas, la posibilidad de asesinar impunemente a dos focas como parte de sus servicios, en los que no hay alojamiento ni comida pero sí la devolución del dinero en caso de que no haya "suerte" y no puedan machacar a estos nobles animales. El esperpéntico paquete incluye un entrenamiento específico para principiantes y las preciadas fotos de rigor donde el "valiente guerrero" exhibirá el cuerpo exánime de su "gallardía". Las "excelencias" del servicio no acaban ahí, ya que por un "módico" suplemento en el precio le confieren la posibilidad a la desgracia humana que lo solicite el abatimiento de una foca bebé. Creo que huelga cualquier otro comentario. La desfachatez y la inmisericordia de nuestra especie hablan por sí solas.   
     Cuando evoco la simpática y a veces tristona imagen de una foca, con esos grandes y expresivos ojos negros llenos de bondad, me resulta muy difícil de creer que haya engendros disfrazados de personas capaces de tener la determinación y la sangre fría necesarios para asesinar, con esa inusitada violencia, a un ser vivo que lo único que desprende es amor y ternura. Lo único que se me ocurre pensar en un momento así, es que hasta que el Hombre no sea capaz de ampliar su círculo de respeto y compasión a todos los seres vivos que le acompañan en este viaje, es imposible que pueda hallar la paz.





Criminal en acción

martes, 23 de agosto de 2011

¿Es una guerra perdida?

     El mes de agosto se constituye como perfecto anfitrión en gran número de pueblos y ciudades para celebrar sus fiestas patronales, donde ríos de gente ávidas de sangre y crueldad azuzan a políticos medrosos para que les permitan "paladear" su ración anual, que no única, de vejación y tortura hacia un animal. La irracionalidad de la masa en total connivencia con el más que mediocre gobernante de turno, que pasará por encima de cualquier indicio de moralidad para seguir "amarrado" al sillón, van a propiciar que los de siempre sucumban al sinsentido más vergonzoso en aras de satisfacer las obscenidades y bajezas del ser humano. Porque no nos engañemos, el que legisla no es más que la representación, la cabeza visible de la gente que le ha elegido, un claro exponente de lo que es la generalidad hoy en día. Egoísmo, insolidaridad, preocupante falta de principios y valores mantienen a flote una inmensa nave cuyo puerto de destino se llama antropocentrismo.
     Cuando escucho hablar a los que tienen en sus manos las riendas y el futuro del país, sean del signo que sean, no me queda más remedio que esbozar una sonrisa irónica ante tanto simplismo y mediocridad, preguntándome qué pensarían grandes maestros de la oratoria como el populista Temístocles o el idealista Demóstenes ante este elenco de ramplones y poco originales pseudopolíticos que tenemos que soportar.
     Insisto, estos ostentadores del poder son un fiel reflejo de la sociedad en la que nos hayamos inmersos, donde la ley del mínimo esfuerzo y el apoltronamiento más reclacitrante justifican una hedonística existencia. Cuando los escucho "debatir", siendo muy generoso en el término empleado, me sobreviene una más que galopante vergüenza ajena, la misma que, a buen seguro, sentirían si levantaran la cabeza dos consumados maestros y amantes del litigio como Hortensio y Cicerón.
     En el momento en que miro a mi alrededor observando con actitud honesta y objetiva lo que me circunvala, me doy perfecta cuenta de que esta lucha en favor de un mundo más compasivo con nosotros mismos y con los animales que nos acompañan, está irremediable y completamente perdida. Es triste y decepcionante ver que hay más "bultos" que personas campando alegremente por doquier, patética realidad que se traduce en un aumento progresivo, año tras año, de seres inocentes que son destinados al sacrificio para satisfacer la demanda muy "humana" de alimentarse de violencia y muerte; asimismo, puedo asistir con impotencia a la paulatina degradación de un planeta que nos han prestado nuestros hijos y del que estamos haciendo un uso totalmente irresponsable... pero qué más da, ya se apañarán los que vengan detrás.
     Si eres, querido lector, una persona que frecuente regularmente páginas en internet de contenido favorable a los derechos de los animales o seas miembro de asociaciones de corte animalista, puede que estés bajo los efectos de un espejismo que te induzca a pensar que hay más gente en esa línea de pensamiento que lo que indica la realidad. Somos realmente pocos en proporición, una ínfima minoría donde además, y dentro de ella, he podido observar que la hipocresía está mucho más presente de lo que sería de esperar. Estoy HARTO de gente que proclama a los cuatro vientos cuán sensible y compasiva es por colocar mensajitos de consternación bajo una lamentable fotografía de un ser desvalido o de individuos que creen ser grandes amantes de la fauna por sacar dos veces a su perrito a pasear.... vamos a ser serios y consecuentes, mientras que en tu frigorífico guardes bandejas de carne, botellas de leche y porciones de queso, además de consumir productos que han sido testados en animales porque no te has tomado la molestia de buscar soluciones alternativas, y si a todo esto le sumamos la posibilidad de encontrar en tu armario zapatos y bolsos de piel estás siendo un HIPÓCRITA. Tu falta de esfuerzo y tu abulia significan explotación, dolor y asesinato. Así de claro, aquí no hay medias tintas ni pactos baratos como a  los que se abonan con gran facilidad estos insulsos e inoperantes políticos que tenemos como abanderados. La parte positiva, que la hay, es que tú puedes darle la vuelta a esta aberración, puedes ser protagonista principal de un guión aún por escribir donde hagas desaparecer toda esta lacra de tu vida. Inicia una revolución personal que haga de ti un ser más compasivo y recuerda que pasar por este mundo propiciando el menor daño posible está al alcance de tu mano. Sé humilde y solidario con los animales y con aquellos seres desvalidos que jamás tuvieron una oportunidad. Hazlo por ellos, por ti.
     Me consta que existen personas íntegras, involucradas y concienciadas que han hecho de esta guerra totalmente desnivelada la razón de su existencia. Libertad por estandarte y respeto por bandera constituyen las herramientas esenciales de gente muy especial que inhala saberes y exhala revelaciones. Sin embargo, la comodidad del aborregamiento, el peso de la tradición y la fuerte inercia de una sociedad codiciosa y depredadora exenta del más mínimo atisbo de remordimiento, hacen que aquellos que rompen el molde se conviertan, desgraciadamente, en "elementos" exóticos cuando esta "rareza" debería constituir la más absoluta normalidad... es lo que hay.
     Por mi parte, aún perteneciendo a esa inmensísima minoría, continuaré defendiendo y siendo consecuente con lo que transmite el veganismo, que no es otra cosa que respeto, compasión y salvaguarda de la dignidad de aquellos más desfavorecidos. Modestamente seguiré intentando que, a través de mis escritos, aquellas personas que tienen a bien leerme puedan estar informadas de lo que realmente pasa a nuestro alrededor, de la patética y atroz realidad que nos envuelve en su manto de inclemencia y muerte. No obstante, soy perfectamente consciente de que todo esto es como asestar un golpe a una tormenta. Si existiera un instrumento lo suficientemente delicado y preciso para mensurar el efecto de ese golpe nos revelaría que, a pesar de haber empleado mi voluntad, toda mi energía en el intento de disminuir su devastación, ésta seguiría su curso infligiendo el mismo daño en el mundo como tenía previsto, aunque nadie supiese jamás que hubo una persona que intentó, con todas sus fuerzas, contrarrestar su efecto.

sábado, 20 de agosto de 2011

¿Por qué lloran los niños soldado? Parte II. (Relato)

     Hoy he marcado dos goles, ha sido un partido estupendo y he disfrutado como pocas veces lo había hecho. Me encanta el fútbol, correr, driblar, chutar y tener la sensación de ser parte de algo, pero lo que me hace más ilusión de todo es lo bien que nos los pasamos juntos. Algunos de mis amigos sueñan con hacerse profesionales e incluso llegar a jugar en Europa. Qué difícil debe ser alcanzar esa meta aunque hay que intentarlo, los sueños son para perseguirlos con ahínco porque nunca se sabe lo que el futuro nos puede deparar. Yo intentaré con todas mis fuerzas ser médico, un buen médico, que tanta falta nos hace en mi país donde siempre estamos rodeados de enfermedades y sobre todo de personas que tristemente nos abandonan para siempre a la más mínima adversidad.
     Intento aprender todo lo que puedo, para eso voy cada mañana al colegio que está a unos cinco kilómetros de nuestro poblado, pero no me importa caminar tanto porque mi padre está muy orgulloso de mí, piensa que un día seré alguien muy importante para nuestra gente y que salvaré muchas vidas. Yo lo quiero mucho, como a mi madre y a mi hermana pequeña, porque sé que se sacrifica por todos nosotros, siempre me apoya y me anima para que siga estudiando... es tan bueno. Es pescador, como antes lo fue mi abuelo, y no hay nada que le impida salir cada día a faenar, haga frío o calor, llueva o tengamos un sol de justicia. No nadamos en la abundancia pero afortunadamente, no como otros muchos, el hambre pasa de largo por nuestra puerta.
     Mi país se desangra por las constantes luchas, no he visto jamás en mis doce años de vida un momento de respiro, cuando no es una cosa es otra, y siempre hay alguien que se cree en posesión de la verdad absoluta dispuesto a asumir que puede arreglarlo todo, pero invariablemente con la misma receta que sus antecesores, matando. Vivimos de forma permanente con miedo, atentos a cualquier mínimo alboroto y con el corazón en un puño. Lo mejor para nosotros es que el olvido se adueñe de este lugar y que se convierta en invisible a ojos del mundo mientras no obtengamos la tan ansiada libertad.
     Hoy vamos a celebrar que mi hermanita cumple dos años, está tan guapa que me la comería a besos. Mi madre anda loca de contenta yendo de un sitio a otro con la preocupación de conseguir que sea un día mágico. Va a preparar una comida  muy especial e incluso mi padre ha terminado antes de pescar para estar con nosotros. Ojalá fuera siempre así.
     Estábamos todos a punto de comer cuando de súbito se han escuchado ruidos por todas partes, perecían disparos, la pequeña se ha puesto a llorar y la cara de mis padres denota nerviosismo y preocupación. Se empiezan a escuchar gritos por doquier, la gente corre aterrorizada y hay varias chabolas contiguas a la nuestra envueltas en llamas. Disparan a quemarropa asesinando a ancianos, hombres, mujeres y niños sin distinción... ¿quiénes son estos bárbaros? Hemos salido de la choza y corremos sin rumbo fijo y totalmente asustados, mi padre lleva a mi hermana en brazos y mi madre nos sigue a corta distancia. Hay un bosque cerca, lo veo, intentaremos llegar hasta él. Otros como nosotros intentan, la mayoría en vano, alcanzarlo también.
     Acabo de oír el grito desgarrador de mi madre, la han alcanzado de un disparo y mi padre se ha detenido en seco. Está en en el suelo y no puede levantarse, veo que a su alrededor se está formando un charco de sangre y me mira, me mira sin proferir ni un sonido pero sus ojos, ahora serenos, me trasmiten el profundo amor de toda una vida de dedicación y ternura mientras poco a poco se van apagando. Mi padre, con la pequeña aún en sus brazos me chilla para que siga coriendo, que no me detenga. Tardo en reaccionar pero hago lo que me dice, el bosque está cerca, muy cerca, pero me están alcanzando, cada vez los tengo más pegados a mí, no sé si lo lograré...
     Cómo me duele la cabeza, me han golpeado muy fuerte con algo duro y creo que tengo un buen chichón. Estoy en el interior de una camioneta, hay más niños como yo aquí dentro, algunos lloran, otros permanecen todavía inconscientes y el resto tiene la mirada vacía, perdida. ¿Qué le habrá pasado a mi padre y a mi pequeña?
     Nos tienen encerrados en una especie de cobertizo muy oscuro, apenas nos dan de comer y de vez en cuando entran como fieras salvajes profiriendo alaridos y pegándonos con varas de madera. Cuando se han marchado nos apretamos unos contra otros temblando de miedo y lo que es peor, no sabemos qué futuro nos aguarda. Estamos aterrorizados.
     Hoy nos han vendado los ojos y nos han obligado a repetir en voz alta y durante varias horas cosas terribles como "matar es tu deber", "la sangre de tu enemigo debes derramar" y frases por el estilo. Luego nos han estado diciendo que nuestras familias no valían nada, que eran unos cobardes y que nosotros somos el futuro de una nueva era. ¿Por qué me está pasando esto?
     No sé cuánto tiempo llevo aquí, me han enseñado a disparar y se ha convertido en una especie de juego para mí, además, pelearme es algo cotidiano y soy el más fuerte. Apenas recuerdo el rostro de mi madre ni los consejos de mi padre, y si alguna vez tuve una hermana pertenece más al reino de los sueños que a la realidad. Todo me da igual, sobre todo después de que me inyectan en el brazo esa rara sustancia que hace que lo vea todo diferente, noto que me transforma en alguien invencible.
     Hay un gran alborozo porque han traído prisioneros al campamento, los han capturado en una razia esta mañana. Están muy asustados y nosotros azorados porque nos han dicho los jefes que será nuestra gran prueba de fuego, que hoy nos convertiremos en verdaderos hombres por fin.
     Tengo la metralleta en mis manos y han colocado a un infeliz delante de mí, tiembla, balbucea, reza y suplica, pero no le servirá de nada, está perdido. El elixir del poder que me han inyectado hace un rato me dará la fuerza necesaria para que no dude ni un instante en acabar con él, voy a cumplir con mi deber de soldado, de patriota. Lo miro por última vez, sus ruegos no me conmueven y apunto mi arma .... pobre desgraciado. Ha caído como un espantapájaros, hay sangre por todos lados. Lo he hecho, lo he conseguido, todos mis compañeros me vitorean y mis superiores me felicitan. Ya soy un hombre, un gran guerrero del nuevo orden.
     Por fin entramos en combate, vamos a cazar rebeldes y no debe de quedar con vida ni uno de esos cobardes. Acechamos un poblado, voces de mujeres y niños se escuchan en lontananza, no sé por qué pero todo esto me resulta vagamente familiar, los árboles, los campos, el mar, es como si tuviese toda esta información guardada en un cajón de mi memoria pero que se negara tozudamente a salir. De repente nos dan la orden de atacar y como un resorte comenzamos todos a disparar, sin miramientos, sin distinciones, van cayendo a nuestro alrededor hombres y mujeres cuyo único pecado ha sido encontrarse en el lugar más inoportuno en el momento menos imdicado... al alcance de nuestras balas.
     La batalla o mejor dicho la masacre ha sido un rotundo éxito, no ha escapado nadie con vida. Seguro que cuando regresemos al campamento nos recompensan de alguna forma, quizá con una dosis mayor de esa extraña pócima de poder que me inyectan y consigue que me sienta invulnerable..
     Regresamos por un territorio diferente por el que vinimos, me han dicho que me adelante y que explore el terreno. Es algo peligroso, pero como soy muy valiente es un honor para mí que me encarguen estas misiones. Todo es calma y quietud y un silencio sepulcral se ha apoderado de estos parajes, no me da buena espina. De pronto escucho justo a la altura de mis pies una especie de clic y acto seguido se produce una tremenda explosión. Salgo violentamente despedido en dirección contraria aterrizando con un tremendo y descomunal golpe. Estoy tendido en el suelo, boca arriba y escucho voces lejanas, creo que son mis compañeros pero casi no las oigo, no siento dolor ni tampoco las piernas. Es curioso lo que me está pasando porque estoy mirando en dirección al Sol y no me
ciega ni tampoco me deslumbra, por el contrario sí veo con total claridad la cara de mi madre, por fin la vuelvo a recordar, sonriéndome como antaño. También veo a Emira, mi hermanita, haciéndome gestos para que me acerque con sus manecitas... no sabía que la echaba tanto de menos. Y tras ellas dos, mi padre, hablándome con dulzura y amabilidad, como hacía tantas y tantas veces, aconsejándome, protegiéndome, animándome para que estudie y me convierta en un gran médico. Siento en lo más hondo de mí una gran paz, una tranquilidad tan inmensa como no podía imaginar que pudiera volver a sentir, y voy hacia ellos para no volver a separarme jamás de su lado, porque me quieren y me esperan.
    


    
    
    
    

miércoles, 17 de agosto de 2011

¿Por qué lloran los niños soldado? Parte I. (Artículo)

     Cuando hago un recorrido a través de la historia de la humanidad puedo observar que, como si de un gigantesco letrero de neón se tratara, los personajes que han dejado su impronta de una manera más categórica y contundente en nuestro mundo, atienden a personalidades muy similares entre sí. Sus objetivos,  tan desarrapados como inherentes a la condición humana, han sido perseguidos de forma indolente sin que las distancia o el tiempo hayan supuesto una barrera. La conquista del mundo y la instauración de un nuevo orden, o de una nueva civilización, eran los sueños y quimeras de personajes tales como Alejandro Magno, Aníbal, Julio César, Atila, Carlomagno, Gengis Khan, Napoleón, Hitler y una larga, larguísima lista impregnada en su mayoría por, tal y como lo relatan las crónicas, "grandes" señores de la guerra. Y yo me pregunto, ¿desde cuándo la guerra puede hacer "grande" a alguien? Elevamos en consensuada aquiescencia a la categoría de héroe, mito o leyenda a individuos por su denodada capacidad de sembrar la muerte y la destrucción. Y lo vemos tan normal... Muy "humano".
     Esta es, en definitiva, nuestra desgraciada herencia del pasado y constituye, además, nuestro rabioso presente donde luchas, conflictos, matanzas y barbarie reflejan el lado más grotesco de nuestra personalidad. El futuro aún no está escrito, pero a buen seguro que letras acuñadas con sangre de inocentes serán las encargadas de narrar y atestiguar el sinfín de despropósitos que todavía nos quedan por pertrechar.
     Siempre he escrito que la injusticia e irracionalidad humana no tienen parangón y su límite está, probablemente, muy próximo al esperpento más absoluto, pero cuando además incluimos en esta macabra ecuación el factor niño, la vesania que se desprende como resultado adquiere visos de la obscenidad más execrable. Ese va a ser el tema de hoy, los niños y su demencial protagonismo en ese acto tan genuinamente humano... la guerra.
     La participación de los infantes en conflictos bélicos es una cruel realidad que pasa totalmente despercibida en el mundo, lo cual es muy "lógico" y a nadie debería de extrañar, porque en nuestro "sensible" e "ilustrado" país, por poner un ejemplo, estamos inmersos a día de hoy en la muy preocupante tesitura de si habrá o no huelga de futbolistas el próximo domingo al igual que nuestra atención está completamente colapsada ante los pros y los contras de la inminente llegada a estas tierras de un líder espiritual... como bien puedes comprender la magnitud y trascendencia de estas "preocupaciones" no dejan espacio ni lugar para otras "nimiedades".
     Voy a centrarme ya en el tema que nos ocupa donde puedo asegurarte que, si hay algo muy real y fuera de toda duda, es que los niños africanos son reclutados por ejércitos regulares o grupos paramilitares para la lucha armada. Países como Burundi, Costa de Marfil, República del Congo, Sierra Leona, Somalia, Sudán y Uganda están sufriendo disputas bélicas intestinas donde estas víctimas inocentes se constituyen como tristes protagonistas. Conflictos, por otra parte, interminables, porque la patética realidad de África es que cada vez que se encuentra algo de valor sus habitantes sufren y mueren en la miseria. Lúgubres y funestas causas motivadas por el tráfico comercial de marfil, caucho, oro, petróleo o diamantes con cuya venta propician la compra de armas y la financiación de una nueva guerra civil.
     Los niños reclutados para estos aberrantes despropósitos no supera los quince años, aunque hay datos que confirman que le estupidez no acaba ahí, confirmándose casos, y no pocos precisamente, de chavales de siete u ocho años que son aprehendidos para engrosar las filas de esta estulticia. Se les encomiendan tareas muy variopintas que van desde la carga de armamento, municiones y víveres hasta ejercer de guardaespaldas de sus superiores, aunque más que escoltas los pobres críos se constituirán en auténticas dianas humanas porque ya me dirás, apreciado lector, qué puede hacer o defender un chiquillo de siete años. Lastimoso. Pero no pienses que esta locura ha concluido aquí, en absoluto, lo peor es que son utilizados como avanzadilla para detectar campos minados y así evitar la mutilación o pérdida de un soldado más "valioso"... creo que la mostruosidad no merece más comentarios.
     Más cosas, que esta tétrica historia no termina aún, cuando se les obliga a integrarse a estos grupos es con el objetivo, además, de convertirlos en esclavos sexuales, siendo sometidos a todo tipo de abusos y vejaciones. La peor parte en este apartado se la llevan, como no podía ser de otra manera, las niñas, soportando embarazos no deseados, abortos naturales o provocados, así como constantes anemias y hemorragias. Y lo que es más grave, el padecimiento de enfermedades venéreas o el contagio del VIH debido a las constantes y continuadas violaciones.
     ¿Cuál es la verdadera razón para incorporar niños? Muy sencillo, son baratos y prescindibles, así de simple, al margen de que ofrecen una obediencia incondicional. El modus operandi a la hora de realizar este alistamiento forzoso es siempre el mismo, se procede al secuestro del menor en escuelas, orfanatos, centros de refugiados o barrios marginales. Posteriormente se les envía a campos de instrucción, donde son manipulados en el aprendizaje de tácticas de guerra y tras un breve período de estancia aquí son traladados con celeridad al campo de batalla.
     De forma paralela al enrolamiento forzoso está también el "voluntario", donde niños ingresan en estos ejércitos de la muerte tras haber sido apartados de su familia y verse expuestos a la miseria y pobreza más devastadoras. La quiebra de servicios sociales básicos en materia de salud y educación no contribuyen precisamente a que esta decisión pueda tomar otro rumbo. Todo está en contra, es la eterna maldición de África.
     El dramático desenlace para aquellos que "afortunadamente" logran sobrevivir a este amargo trance tampoco invita al optimismo. La adicción a las drogas es una rémora cruel y despiadada que se abate sobres estas criaturas (recuerda que seguimos hablando de NIÑOS) puesto que son obligados en su fase de "formación militar" a ingerirlas. Sustancias como la cocaína, el crack o la heroína son frecuentemente utilizadas en ellos para que pierdan el miedo a combatir y lleguen a cometer verdaderas atrocidades. Otro factor a tener en cuenta a la hora de enumerar estas secuelas, son los campos de minas que anteriormente he citado y en las que servían de triste escudo humano cuando actuaban a modo de avanzadilla, provocándoles numerosísimas mutilaciones en sus brazos y piernas. Hay un recuento estimativo confirmando que aproximadamente unas 26000 personas mueren cada año producto de la acción de estas asesinas invisibles, ocupando los niños un destacado y vergonzoso lugar en esta macabra lista. Tenemos, además, las consecuencias psíquicas, gravísimas, de todo este padecimiento traducidas en miedo permanente, insomnio, violencia desmedida, sentimiento constante de culpa y temor al rechazo. Tampoco se libran de que su nivel de comprensión de lo que les rodea disminuya, asimismo carecen de pautas de conducta y dado su traumático pasado la jerarquía militar está plenamente internalizada en ellos con todo lo que conlleva.
     El tercer mundo no es, no debería ser un mundo aparte. Desgraciadamente la mayor parte de las impiedades e inmoralidades que se cometen se ceban cruelmente sobre este ya de por sí castigado continente. África ya ha sufrido bastante, ya ha sido suficientemente vilipendiada, ultrajada y vejada para que aún sigamos soslayando con impúdica indiferencia las tropelías que aquí se cometen. BASTA YA de desangrar de forma sistemática a los africanos y sus recursos naturales, los cuales legítimamente les pertenecen. Y nadie, repito NADIE, tiene derecho a robarlos y exportarlos en aras de nuestro bienestar y nuestro desmedido afán de consumismo. Pero las cosas, lamentablemente, no cambiarán, hay demasiados intereses, demasiado dinero, demasiada codicia para que este filón disfrazado de explotación y asesinato vea su fin. Lo que yo sí veo es que la tierra de África tiene un color rojo más acentuado por toda la sangre inocente que se ha derramado sobre ella.


domingo, 14 de agosto de 2011

Réquiem por los niños de África

     A menudo me pregunto por qué en este país de charanga y pandereta, de tradición desfasada y gloria perdida, aparece tan frecuentemente la discutible "virtud" de otorgarle más importancia al mensajero que al mensaje. Y digo esto porque he observado en innumerables ocasiones cómo el más que cuestionable y dudoso "icono" de turno, de esos que florecen con lamentable profusión en tiempos de carestía moral, pronuncia a través de una red social o por un medio convencional la sandez más esperpéntica y acto seguido es vitoreado y ciegamente seguido por un más que considerable elenco de personas que olvidaron, al parecer, la loable costumbre de razonar el día que dejaron en el fondo del armario el nostálgico triciclo y los cuentos de los hermanos Grimm.
     Una nación que se halla a la cabeza en la venta de libros pero que paradójicamente es donde menos se lee y donde la orla universitaria constituye un delicado elemento de ornamentación en muchos hogares, me cuestiono, con pesar, en qué momento de nuestra vida nos "obligaron" a dejar de pensar por nosotros mismos, cuándo borraron de nuestra mente la necesidad de leer, investigar y cuestionar la triste realidad que nos envuelve para abrazar la inercia, el costumbrismo y la ortodoxia establecida. Nos marcan el camino, y nosotros, convenientemente aborregados, seguimos la senda trazada por unos cuantos indeseables poseedores de la infausta herencia dejada por las Parcas, desviando nuestra atención de aquellos problemas, de aquellas injusticias que deberían presidir nuestros pensamientos y acciones, conduciéndonos hacia una vida fácil, vacía y carente de solidadridad... Problemas reales e injusticias verdaderas como la explotación y asesinato de animales o la humillación y privación de los derechos más elementales de otros seres humanos.
     Hoy voy a escribir sobre la dramática situación de los niños en África, que podría ser idéntica a la que están sometidos en tantas y tantas partes del mundo, pero que en este continente cobra un especial sentido dada la crudeza y frecuencia con que se repite. Niños que son iguales, idénticos a los que vemos por nuestras calles, con ilusiones, sueños... pero sin una oportunidad, sin un futuro que les permita esbozar ni tan siquiera una media sonrisa con la que alegrar sus transidos corazones.
     Decir que la situación de los más jóvenes en África es crítica resulta una obviedad, sin embargo, no por ello y su cronificación en el tiempo, deberíamos darle menor importancia o adoptar cierto aire de indiferencia como algo que está ahí inerte y que no merece mayor consideración. Estamos hablando de MUERTE. Ten en cuenta que de los 2.200 millones de niños que viven en el planeta un porcentaje muy significativo reside en el continente negro.
     Castigados incensamente por las absurdas guerras internas, vapuleados por un clima tan cruel como caprichoso que en nada benefecia a una agricultura rudimentaria y todo ello unido al expolio y mal reparto de tierras en manos de unos pocos terratenientes, obtenemos un cuadro dantesco en el que están  grotescamente pintados la violencia, los abusos sexuales, la explotación laboral y el fallecimiento por hambre o enfermedades perfectamente tratables.
     Voy a ahondar un poco en estas deplorables condiciones... has de saber que muchos de ellos sufren de desnutrición crónica (mientras en otros lugares del mundo las madres se soliviantan porque al niño no le da la gana de comer...), y como las desgracias nunca vienen solas, podrás imaginarte que esta falta de alimentos trae consigo una mayor vulnerabilidad ante enfermedades como el sarampión, el cólera, la malaria o la poliomielitis, sobre las que difícilmente pueden actuar ante la falta de medicamentos primarios. Esta situación trae consigo un deterioro gradual pero constante de las familias, donde además los niños que aún permanecen "razonablemente sanos" se ven obligados a abandonar las escuelas para realizar trabajos, peligrosos en su mayoría, para mantener a su clan. Otra lacra es que la crisis permanente deja indefensas tanto a niñas como mujeres ante la explotación sexual, viéndose obligadas a prostituirse para proveerse de las necesidades más básicas.
     A todas estas calamidades hay que sumar otro dato contundente y es que en gran número estas criaturas se quedan huérfanas debido a la ingente cantidad de adultos que fallecen, entre otras causas, bajo el opresor yugo del SIDA. ¿Y qué propicia este contexto? Pues una situación auténticamente maquiavélica producto de la depravada y perversa esencia humana... a los niños se les secuestra para entrar en un obsceno mercado en el que son comprados y vendidos, pero ahí no acaba la historia , ni mucho menos, lo peor es que después son sacrificados para traficar con sus órganos vitales, DEMENCIAL.
     Todo esto va adquiriendo, paulatinamente, tintes caóticos, pero lo más preocupante es que cada día que pasa las condiciones empeoran en la mayoría de las naciones, y sobre todo en la actualidad, con esa devastadora sequía que está asolando el cuerno del continente. Te voy a dejar un par de escalofriantes datos más, traducidos en cifras para vergüenza de nuestra especie y su modo de comportarse...  de los once países que ocupan el deshonroso "honor" de poseer el índice de mortalidad más alto en niños menores de cinco años, diez están en África, la nación restante para completar esta macabra lista es Afganistán. El otro dato es que el noventa por ciento de los infantes que han adquirido el VIH (SIDA) residen en el África Subsahariana. Ciertamente lastimoso y lamentable.
     Posiblemente este último apunte puede venir motivado porque las estructuras sociales que llevaban a término la labor de prevención y curación de niños enfermos, están siendo destruidas como consecuencia de la creciente pobreza y por ende a la falta de recursos que azota a las naciones africanas.
     Lo que está muy claro es que la problemática de estas gentes no se resuelve con reuniones o convenciones burocráticas sobre la pobreza, aquí el único imperativo es actuar con presteza y eficacia para intentar paliar el drama de millones de personas en situación desesperada. El dinero destinado a impúdicos conflictos armados debería ser redirigido para la noble tarea de salvar vidas, pero mucho me temo que esa sabia decisión es tan utópica como lejana en la cavernosa y retorcida conciencia del Hombre. Como siempre, la falta de voluntad política de la comunidad internacional aunada a la esperpéntica y desesperante actitud de los corruptos y sanguinarios gobiernos locales, provocan este sonrojante genocidio. Y ya el colmo de la desfachatrez más execrable y la hipocresía más supina, es que "civilizados" países occidentales se dedican a la lucrativa venta de armas a estas naciones africanas, azuzando convenientemente el fantasma de la guerra, en las que hombres morirán dejando en una alarmante situación de indefensión a niños, mujeres y ancianos.
     Quiero dejarte para el recuerdo otra patética cifra, cada tres segundos en África muere una persona de hambre o por una enfermedad perfectamente curable... cada tres segundos. Haz un cálculo del número de personas que han muerto mientras leías este artículo, personas como tú y como yo... aterrador. Sin embargo tuvieron la desgracia de ver la luz en un lugar donde los dados del destino nunca jugaron a su favor, estaban trucados para no concederles la más mínima oportunidad, no es justo. La humanidad NO puede cerrar los ojos ante una tragedia de esta magnitud. Simplemente te digo, querido lector, que mientras se continúe derramando sangre de criaturas inocentes NO puede haber paz, ni armonía, ni libertad entre los seres humanos. La explotación, la esclavitud y el asesinato NO pueden convivir con la justicia. Piensa de forma objetiva y honesta sobre todo lo que has leído en este artículo, reflexiona y dime qué crees realmente en que nos hemos convertido...